Esta novela reciente de Gabriel Jiménez Emán, Limbo (2016),
es el segundo panel del mural novelístico iniciado con Averno (el
perro y la rana, 2006), el cual se vale de los géneros narrativos de anticipación
y política ficción para recrear el contexto histórico que le toca vivir al
autor. Ambos títulos procuran desarrollar la novela de ideas, teniendo como
antecedentes notables a George Orwell (1984 y Rebelión en
la granja) y Fedor Dostoievsky (El Gran Inquisidor y Los
Endemoniados).
A tal gran fin narrativo, esto es la reivindicación de los grandes
relatos políticos que partan de y excedan la Utopía, Jiménez Emán asume el
discurso del reportaje periodístico y el artículo de fondo para confrontar con
los demonios de su tiempo (el capitalismo salvaje en su fase imperialista, la
hecatombe ambiental, la intermediación y banalización mediática, amén de la
hegemonía de las corporaciones industriales y militares, entre otros tópicos).
La mayor virtud de Limbo descansa en la edificación de un
discurso hiperrealista para deconstruir la distopía que es nuestro agobiado
mundo. Sólo que esta sala inquieta de espera, desmantelada por la Iglesia
Católica, se nos dibuja con un pulso estilístico firme y transparente (al punto
que el texto puede leerse fácilmente en la computadora). ¿Acaso Jiménez Emán
reconviene el terrorismo barroco tanto del catolicismo institucional como de
las falsas democracias que no representan a la colectividad?
Ambientada en la Venezuela del año 2050, la novela no amerita de la
parafernalia tecnológica ni de las locaciones antisépticas propias del cine
comercial de Ciencia Ficción. Tampoco “fusila” ni adapta los referentes del
género como Asimov, Bradbury, Lem o Philip K. Dick. Como se sabe, Jiménez Emán
realizó la curaduría de una estupenda antología en dos tomos publicada no hace
mucho por el perro y la rana. Se trata de darle un cuidadoso tratamiento al
tema político actual por vía del relato de anticipación, ello a los fines de
encauzar el énfasis y la trascendencia que merece en el territorio de la
ficción extrema. La propuesta revolucionaria verde (ecologista y socialista,
claro está) del grupo Vanguardia Ética (Nikolas Kai, Juan Pablo Risco, su hija
Analivia Plurabela y su compañero Abel Tristán), se contrapone al gobierno
neo-fascista y pro-occidental de Moisés Mandala en pleno desmadre republicano.
¿No se asimila lo ficticio con los gobiernos de Macri en Argentina y Temer en
Brasil que atropellan a la ciudadanía díscola?
El narrador omnisciente se nos antoja un viajero en el tiempo que no
pierde la capacidad de asombro: Proveniente de finales del XX e inicios del
XXI, contribuye con esta interesante propuesta novelística a fusionar con
dinamismo el presente novelado utópico-distópico y el presente histórico. La
Literatura auténtica, nuevamente, troca en aparejo útil del análisis histórico
que apuesta por la espiral a contracorriente de la mustia línea recta
positivista. En el panorama literario nacional, Limbo junto a,
por ejemplo, los poemarios Las ruinas de la casa y Cuaderno
Palestino de Isaías Cañizales Ángel, forma parte de un Decir diáfano
venezolano que es a su vez comprometido y políticamente incorrecto. El
optimismo utopista de una Poética del Decir, no es una veleidad bobalicona sino
la barra de acero que hará añicos la indolente cristalería
comercial-politiquera o, mejor aún, el niño travieso que repara en la desnudez
abyecta del Emperador.
La asunción de posiciones políticas de avanzada va acompañada de un
excelente oficio en la escritura. Por ejemplo, la crónica de Pablo Risco no
sólo es una muestra de la novela dentro de la novela, sino que apunta
especialmente a un ars novelístico en tiempos revueltos: “-Hay
novelas que están muy bien escritas pero no dicen nada, novelas que son puro
lenguaje, pero no tienen esencia”. En este caso, el escritor derriba el
Castillo de Cristal y se involucra no sólo en la supervivencia del día a día,
sino en la acción política que sacuda tan distópico entorno. No se trata de
erigirse en la conciencia arrogante de su tiempo desde un piso de lujo en
Manhattan, sino de interactuar con la masa informe que arropa a oprimidos y
opresores en un maremágnum diverso, polifónico y contingente. No nos llamemos a
engaño, Limbo es en esencia una novela política comprometida y
necesaria que establece un dique a la banalización de los discursos
ideológicos, mediáticos y estéticos en Venezuela y el mundo.
José Carlos de Nóbrega
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