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Cocinando con Gabriel Jiménez Emán - Por Humberto Márquez



Han sido muchas las veces que he cocinado con Gabriel, quien es uno de los más dilectos de mis mejores amigos. Las cocinas han sido varias, desde mis cuevas en San Martín, Las Mercedes, Los ilustres y la Libertador, y hasta algunas auxiliares que se nos han atravesado en el camino. La más memorable por el condumio y el lugar fue en Adícora, esa tarde que puse en la parrilla dos costillares de lechón, el solo recuerdo me hace la boca agua.

Es una bella casa donde vivía mi madre, compinche de Celsa, la esposa de Gabriel. Todavía lloramos su muerte, porque modestia y aparte, Ana Lucía era un resplandor de mujer. Con Gabriel pasamos muchas tardes con sus noches en aquel recinto milagroso. Era la brisa de los vientos alisios del norte con aquella pepa de sol cachúo que aplacábamos con divinos elíxires de Santa Teresita del Niño Jesús, como les decía nuestro querido Caupolicán Ovalles. Días adorables de mi Paraguaná querida. Pero también hubo mucha bajada y mucho Juan Sebastian, para no hablar de la calle de la Puñalada, de la que me quedó un manuscrito suyo que me regaló hace muchos años. Gabriel es una guitarra que posesiona a un hombre y lo pone a cantar como Louis Armstrong, y a su lado se pasan las mejores veladas con su canto y su verbo encendido.

Esta tarde de viernes, cuando escribo, lo estaré entrevistando para un libro que le estoy curando a Manuel Ovalles, hijo del Caupo, sobre La República del Este, en lo que será una velada más, de seguro sorbedora de la sibaria, esa exquisita musa que nos envuelve y nos apodera. La curaduría es un velorio de aquella fantasía de República que vivimos en Sabana Grande, aquella idílica tertulia permanente que vivimos hasta la propia ensoñación, fueron años alucinantes, que Gabriel recordará hoy como uno de las asistentes al velorio y bohemio de primera fila. Pero dejemos que lo diga él, con este fragmento de prólogo inédito que me escribió algún día.

“Escribo Bohemia con mayúsculas porque se trata de una Bohemia verídica, de esas que surgen de los fogones íntimos de las casas o desde el fondo del desorden de los departamentos repletos de discos y libros, recuerdos y nostalgias de mujeres, una Bohemia surgida en los patios traseros de jardines aromados, donde la carne asada, el sancocho o las paellas adoban la música y la poesía –esas dos hermanas entrañables de un corazón que, como el nuestro, se resiste a estar solo–, siempre alumbrando esos espacios con alcoholes compartidos, dispuestos a coronar esos momentos con las travesuras del amor loco, o de los sentimientos incendiados en los atardeceres de este infinito verano que habitamos”.

Más nada. Ja, ja, ja…

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© Gabriel Jiménez Emán, 2019 | Edición y montaje: Ennio Tucci | Diseño base: Templateism (© 2014)

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